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El próximo 8 de abril se cumple el cincuenta aniversario del fallecimiento de Pablo Picasso. Seguramente, si estás leyendo esto, ya hayas escuchado esta noticia por activa y por pasiva a través de decenas de medios, reportajes televisivos, tweets, posts de museos, etc. Lo más probable es que, ciertamente, hayas sido bombardeado con esta noticia que, de hecho, copa el protagonismo mediático de todo el año, en lo referido a la programación expositiva de algunas de las instituciones museísticas más importantes de nuestro país. Justamente por eso mismo, desde Exit-Express no vamos a dedicar un texto-homenaje a la obra y figura del pintor malagueño; no vamos a hablar de su trayectoria ni a ensalzar su prolífica producción artística. O no solamente —no principalmente—.

En esta cuarta entrega de YO ESTUVE ALLÍ, guiados por la voz y el relato de Fernando Castro (y después de su análisis sobre ARCO en los tres vídeos previos de YO ESTUVE ALLÍ), escucharemos una historia inédita, excepcional y singular a más no poder. Un relato nunca antes contado, jamás imaginado por nadie y que, aunque cueste creerlo, efectivamente sucedió. Fernando nos cuenta la historia de cómo conoció a Pablo Picasso con 5 años: los eventos que precedieron a esa visita y todo lo que tuvo lugar en aquel histórico encuentro en el año 1970 en el estudio del artista, en “La Californie” (la famosa villa que el pintor poseía en Cannes). Para esta anécdota, Fernando Castro tenía previsto otros posibles destinos, otros usos o soportes —quizás un libro—, pero sin embargo ha decidido narrarla con esmero y ternura, en exclusiva y en formato audiovisual, para nosotros, para nuestro goce. Entre el recuerdo borroso, la elocuencia narrativa y la brillantez de una memoria capaz de atrapar un amplio repertorio de detalles, gracias también a la rememoración de lo que su padre le contaría más adelante sobre aquel encuentro (quien le llevó en coche a visitar al artista malagueño), Fernando compone este relato absolutamente fascinante, hilarante y sugerente: una historia tan surrealista que parece un cuento.

“Sonará a ciencia ficción, pero no lo es”, avisa al inicio Fernando Castro, sabedor de lo inverosímil, aunque genuino, de su anécdota. A continuación, expone su razón por la cuál recupera esta historia del cajón de la memoria: por una parte, debido a las recientes experiencias feriales en ARCO —inquietantes a la par que espectaculares—, donde pudimos ver la obra del “Picasso muerto” de Eugenio Merino (Aquí murió Picasso) y el Refugio de Eugenio Merino, realizado con una reproducción plegada del Guernica a tamaño real (sobre estos dos fenómenos escribíamos tras la feria un artículo crítico: ¿Dónde está el Picasso muerto?); por otra parte, a causa del año en que nos encontramos en el que, como comenta Fernando en el vídeo, está tan disputado el cadáver de Pablo Picasso, cuando todo artista y museo pareciera tratar de capitalizar, instrumentalizar y rentabilizar la celebración de esta fecha conmemorativa (el 50 Aniversario de su muerte). Lejos de realizar un ejercicio de exaltación de la figura “genial” de Picasso, de encumbrar al “artista total” (sobre cuya concepción del arte, de hecho, Fernando dice que “sin duda está obsoleta o completamente periclitada”), de llevar a cabo varias performances o de aprovechar la ocasión para comisariar tres exposiciones y escribir media docena de libros sobre el personaje en cuestión, Fernando Castro únicamente pretende “recuperar, sin hacer un ejercicio de nostalgia”, aquella extraña situación en la que su padre, desde Plasencia, decidió que tenían que ir al encuentro de Picasso. Tras narrar este largo viaje “en un cuatro latas” y después del encuentro con Arias, el barbero de Picasso, Fernando relata de manera detallada las peripecias de la visita: el resto de invitados presentes en la escena y los sorprendentes sucesos que acontecieron.

No revelaremos en cambio más información de lo que fue aquella estrambótica reunión. Aquí tienen el vídeo, aquí tienen un cuento fantástico: un relato que tuvo lugar en Cannes, en “La Californie” de Picasso, hace más de un lustro. Como respuesta ante el probable desconcierto ocasionado en la audiencia y para evitar cualquier tipo de duda, Fernando exclama tajante: ¡Yo estuve en Cannes! ¡Yo estuve con Picasso en “La Californie”! ¡YO ESTUVE ALLÍ!