Solo un cuerpo
- HISTÓRICO
Fue Leonardo Da Vinci quien estableció el canon humano como la medida perfecta (*). Se supone que la medida de nuestros brazos extendidos, desde la punta del dedo corazón de la mano derecha hasta el dedo corazón de la mano izquierda, es la misma que de nuestra altura desde la planta de nuestros pies al tope de nuestra cabeza. Y si trazamos un círculo que nos abarque con los brazos extendidos, ese círculo será perfecto y el centro exacto estaría en nuestro ombligo. Por eso nos creemos que somos el ombligo del mundo. Algunos se creen perfectos. Pero realmente solo somos un cuerpo. Un amasijo de carne, hueso, vísceras y sangre, y pelo y piel, que fue una vez un recipiente de alegría y tristeza, de deseos y pensamientos, de frustraciones y ambición. Un cuerpo y todo lo que puede contener es ya un mundo en sí mismo.