Ayer nos dejaba uno de los grandes creadores de la historia del arte reciente de nuestro país: Chema Cobo (Tarifa, 1952–Alhaurín El Grande, Málaga, 2023), uno de los componentes del grupo artístico la Nueva figuración madrileña. Artista viajante y filósofo (estudió el grado de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid entre 1970 y 1974), vivió en Tarifa, Ronda, Cádiz, Sevilla, Madrid, Nueva York, Chicago, Bruselas, largas temporadas en Roma y, hasta su fallecimiento, en Alhaurín el Grande (Málaga).

A partir de los 80 conectó con movimientos internacionales como el neoexpresionismo y la transvanguardia y expuso en países como Estados Unidos o Japón de forma individual y colectiva. Su trabajo fue evolucionando en décadas posteriores, en las que su prolífica y vivaz obra llegó a los principales museos de todo el mundo. Su trabajo artístico ha sido reconocido internacionalmente y está presente en colecciones de instituciones internacionales como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, la Colección Los Bragales de Santander, el Kunstmuseum de Berna (Suiza), el Metropolitan Museum of Art (MoMA) de Nueva York, el Museum of Contemporary Art de Chicago y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, entre muchos otros. Fue miembro del PS1 de Nueva York, apéndice del MoMA; trabajó como profesor invitado en la NY Art School, en la Northwestern University de Chicago y en la School of Art of the Art Institute of Chicago. La triste noticia de su fallecimiento es una gran pérdida para el mundo del arte y la cultura. Descansa en paz, Chema.