Miguel Cereceda ha dimitido como presidente del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) tras la bochornosa gala de entrega de los Premios al Reconocimiento Artístico que se celebró el pasado viernes en el auditorio del Museo Reina Sofía y que estuvo llena de chistes malos y tópicos, un grafitero que pintaba caras de niños y corazones, un espectáculo de luz y color y presentadores de premios con aire de despistados que no eran muy conscientes de donde se habían metido y tampoco de lo que se les venía encima. Como el mismo Cereceda reconoce en la carta que se ha enviado a los socios del IAC: “Mi obstinación por llevar adelante un proyecto insensato, en contra de los reiterados avisos de los propios miembros de la Junta Directiva, creo que ha perjudicado gravemente a la buena imagen del Instituto de Arte Contemporáneo”. No es momento para galas, como él mismo afirmó en su discurso de presentación de los premios.