«Si estás preparado para jugar con píxeles durante el tiempo suficiente es posible llegar a cualquier imagen desde cualquier otra y luego ir más allá».
Tácticas, psicosis y tecno-contaminantes
Matthew Fuller
Los años noventa son un momento efervescente para las prácticas artísticas ligadas a la red. Debido a las posibilidades de internet, así como, de las oportunidades que ofrecía para democratizar el arte y el conocimiento, muchos artistas, teóricos e investigadores se unieron a esta primera euforia. No todo fue entusiasmo, sino también activismo, lucha y crítica cultural, política y social. Algunos como CAE ya en el momento mostraron cierto desencanto:
“Sabes, siempre pensé que la tecnología me facilitaría la vida. Te dicen que la era de la información está amaneciendo sobre ti y que la tecnología de la información estará diseñada para la mayor comodidad. ¿Pero comodidad para quién? No para mí. Comodidad realmente significa “eficiencia” y eso siempre es más trabajo. Cambié mi máquina de escribir por una potente computadora creyendo que tendría más tiempo libre para mi familia y amigos y luego la oficina aumentó la tasa de producción. No solo tengo que trabajar más duro, encima tengo que asistir a clases de informática en vacaciones para estar al día con el último software”.
Tipos de cuerpo y fronteras de la carne
Critical Art Ensemble
El feminismo adoptó otras posturas. La red se convirtió en el medio perfecto de crear relaciones más horizontales desde donde modificar el habla para crear una nueva escritura binaria repleta de unos, ceros, de software, hardware, código… Este lenguaje se llenó de metáforas que desvelaban capas más profundas:
“Somos el accidente maligno que entró en vuestro sistema mientras dormíais, y cuando os despertéis terminaremos con vuestros delirios digitales, secuestrando vuestro software impecable”.
Manifiesto de una zorra mutante
VNS Matriz
Del mismo modo, los artistas empezaron a utilizar la red como medio artístico en sí mismo. Mientras que algunos exploraron las capacidades expresivas y estéticas de la página web, otros utilizaron la red como un recurso de activismo y lucha. Muchos de ellos, indagaron en la facultad de la red de visibilizar identidades y relatos que no estaban en la mirada pública. Es el caso de la obra Brandon de Shu Lea Cheang, adquirida por el Museo Guggenheim de Nueva York, una extensa obra con un formato intermedia que relata la historia real de Brandon Teena, cuyo asesinato en 1993 en Estados Unidos se realizó por ser una persona transgénero
Ahora, ofrecemos una lectura realizada por el propio museo en el que podemos enredarnos en la propia obra, o, por el contrario, podemos aventurarnos a descubrirlo nosotros mismos en la web.
Extractos de Manifiestos sobre el arte y la red. 1990-1999. Paz Sastre