La mirada se detiene en la naturaleza casi mágica de Wifredo Lam. El cubano (Sagua La Grande, 1902- Paris, 1982) concentró en su figura artística y personal un sin fín de influencias artísticas y sociales. Hijo de un asiático y una cubana, Lam se interesó por las vanguardias pictóricas que le permitieron agrupar las conexiones del arte caribeño, sobre todo en colores y temas, y las formas surrealistas de Henri Matisse y el cubismo de Picasso.
La comisaria de la muestra, Catherine David ha explicado en la rueda de prensa que «su obra aunque reconocida se ha normalizado, asimilado como una vanguardia sin profundizar lo suficiente». La exposición se completa con recortes de periódicos, fotografías del artista en su estudio y con sus amigos, revistas o postales entre otros objetos más personales. «Su obra es al mismo tiempo moderna global y una vanguardia transnacional» define David.
El Museo Reina Sofía de Madrid expone a partir de abril más de 250 pinturas, dibujos, grabados y cerámicas como una importante selección de documentación en revistas, cartas y libros sobre Wifredo Lam, quien residió en España desde 1923 hasta 1938, año en el que se traslada bajo la tutela de Pablo Picasso en París. Su vida trascurrió entre paises como México, donde conoce a Frida Kahlo y Diego Rivera, su pais natal donde retoma las teorías de Carl Jung, algunos meses en Haití y su residencia en Italia en los años sesenta tras el fracaso de su primer matrimonio con Helena Holzer.
Toda su obra refleja el afán por la libertad de los pueblos oprimidos, tanto de la población negra como de los paises que aún trataban de digerir el postcolonialismo. Desde sus inicios fue consciente de los conflictos raciales y su visión comprometida le llevó a crear entre otras obras Jungla en 1943, posiblemente uno de los cuadros que mejor resume la búsqueda de libertad y la identidad propia.
(Wifredo Lam. Museo Reina Sofia de Madrid. Desde el 6 de abril hasta el 15 de agosto de 2016)